Quítate de mi vista.
No quiero verte, no quiero tocarte, no quiero sentirte.
No quiero envolverme en ti de nuevo.
No otra vez.
No quiero depender de ti y de tu cariño.
No quiero despertar cada mañana y revisar mi teléfono, esperando tener un mensaje tuyo.
No quiero necesitarte.
Ya sé de qué va esto: Yo me enamoro, y de ti desaparece aquello que atrajo mi atención.
¡Vamos! ¡Lárgate!
Tienes dos minutos para recoger tus cosas y marcharte. Marcharte de mi vida.
Sí, dos minutos.
Porque eso es todo lo que podré soportar.
De otro modo correré a tus brazos y mi martirio comenzará de nuevo.
No quiero eso.
No quiero sufrir.
No te quiero a ti.
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