sábado, 19 de noviembre de 2011

Me encanta de ti

"Me encanta todo de ti.


Me encanta tu cabello, tu cara, tus ojos, tu nariz, tu boca, tu sonrisa, tus perfectos hoyuelos, cómo se te oscurece la mirada cuando estás molesta; tu personalidad, la poca paciencia que tienes, lo mucho que te gusta alegrar a alguien, lo antipática y seca que eres; tus pasiones, tus ilusiones, tus desilusiones; cuando me dices que me quieres, cuando me dices que no me soportas; lo que amas, lo que odias; lo que maldices, lo que veneras.


Me encanta que seas como eres, y que nada más te importe.


Me encantas tú.


Pero lo que más me encanta de ti, de nosotros, es el hecho de que todavía no te conozco y quién sabe si algún día lo haré.


Aún así, mi corazón es tuyo. Y eso me encanta".


Su lágrima de soledad cayó sobre el papel arrugado, lo que hizo que las letras escritas con la tinta de una antigua pluma se dispersaran por toda la carta.

Lo extrañaba.

Regreso

Un bar.

Algo casual, despreocupado.

Lujuria, picardía, insinuaciones y viveza.

Palabras que se precipitan y sonrisas que se asoman sólo para ver qué está pasando.

Alguien toma la mano de alguien.
Alguien se sonroja sin siquiera pensarlo.

Una vals y una pista despejada colaboraron.

De eso se trató esa noche... Más o menos.

viernes, 14 de octubre de 2011

No quiero

Quítate de mi vista.

No quiero verte, no quiero tocarte, no quiero sentirte.
No quiero envolverme en ti de nuevo.

No otra vez.

No quiero depender de ti y de tu cariño.
No quiero despertar cada mañana y revisar mi teléfono, esperando tener un mensaje tuyo.

No quiero necesitarte.

Ya sé de qué va esto: Yo me enamoro, y de ti desaparece aquello que atrajo mi atención.

¡Vamos! ¡Lárgate!

Tienes dos minutos para recoger tus cosas y marcharte. Marcharte de mi vida.

Sí, dos minutos.
Porque eso es todo lo que podré soportar.

De otro modo correré a tus brazos y mi martirio comenzará de nuevo.

No quiero eso.
No quiero sufrir.
No te quiero a ti.

viernes, 16 de septiembre de 2011

A mí no me gusta recordar

Estoy de viaje, con la meta de recordar. Recordar muchas cosas.

Lo que no sabía era que, con los recuerdos, llegarían muchos otros lugares para recorrer.

Y con esos lugares, más recuerdos.

Recuerdos que creí olvidados, desechados. Y que ahora regresan, para cobrarme facturas.

domingo, 31 de julio de 2011

¿Felicidad, o sólo un motivo más para llorar?

Qué difícil es querer que todos sean felices... Intentar hacerlos felices.
Qué complicado se vuelve todo cuando duele. Porque sí, duele.

Duele cuando eres tú quien quiere hacerlos felices, y al mismo tiempo eres la razón de su infelicidad.

lunes, 30 de mayo de 2011

Y hablando de relaciones perfectas...

Ella creía que él era hermoso en todos los sentidos. Tan dedicado, tan atento, tan... de ella.
"Es perfecto" decía "Me complementa, y sé que nunca me dejará sola".

Más que su novio, su mejor amigo.

Hace tres años que están juntos, y para ella no hay nada más preciado que su relación. Según lo que ella creía, durarían mucho más.

*Suena el teléfono*:

Ella: ¿Hola?
Él: Hola.
Ella: Amor, justo pensaba en ti.
Él: Sí, yo también pensaba en ti. Eh, tenemos que vernos hoy. ¿A las 8 pm. en el mismo lugar de siempre?
Ella: ¡Claro! Reservaré una mesa. Oh, ¿qué me pondré? ¿Y a qué se debe ésto? Aw, qué hermoso.
Él: Cálmate. Ya reservé, no hace falta que lo hagas. Ponte lo que quieras... Te ves hermosa con todo. Se debe a que debemos hablar.
Ella: Gracias, amor. Uhm, ¿te pasa algo?
Él: No... Bueno sí. Eh, hablamos en el Restaurant. Yo te pasaré buscando, ¿bien?
Ella: ... Está bien. Cielo...
Él: ¿Qué?
Ella: Te quiero.
Él: Yo igual. Hablamos a la noche.

De pronto, no se escuchó más que un pito repetitivo. Ella miró el teléfono extrañada, y pasó por alto su sospechosa actitud. Simplemente fue a arreglarse, emocionada por la cita de esa noche.

Eran las 8 pm. y como siempre, él ya estaba puntual en la puerta de su novia, esperándola.

Ella: ¿Y... qué tal estoy?
Él: ... Te ves... Preciosa.

Ella lo miró enamorada, y se acercó para besarlo. Pero él se limitó a voltear la cara, de modo que el beso fue en la mejilla.

Ella: Esto... Gracias.
Él: De nada. Eh, vámonos ya.

Llegaron al Restaurant, y se sentaron en la mesa que él reservó.

Ella: Vaya, reservaste la mejor mesa del lugar.
Él: Sí.
Ella: Gracias, amor.
Él: Tenemos que hablar.
Ella: Ah, cierto. ¿De qué querías hablar?

Él la miró un momento, pensativo. Ella sólo se le quedó mirando nerviosa, pues, sabía que algo le pasaba, y no estaba segura de que fuera algo bueno.

Él: Las cosas últimamente no van bien. No me siento cómodo contigo. Te quiero, pero no puedo más.

Ella con lágrimas en los ojos, sólo logró decirle: "No entiendo".

Él: Te lo pondré más fácil: Terminamos.

Ella se levantó de la mesa, lista para marcharse sin decir más.
Él la tomó de la mano antes de que se fuera, y le dijo:

- Las cosas no van bien, van excelente. No me siento cómodo contigo, estoy perfecto. No puedo más con sólo quererte. Yo... Te amo. Hay que terminar porque, quiero empezar a vivir el resto de mi vida a tu lado. - Él se paró, para luego arrodillarse, y meter una mano en su bolsillo. De éste, sacó una pequeña cajita negra. Abriéndola con sumo cuidado, la miró a los ojos. Ella no podía creer nada. Él le enseñó la sortija de dicha cajita negra, y le dijo: - Amor, ¿te casarías conmigo?

Ella lo ayudó a levantarse, le tomó las dos manos, y con una inmensa sonrisa le dijo: ¡SÍ!

lunes, 16 de mayo de 2011

Intercambio de papeles

Ella, tan ingenua... Lo suficiente como para querer. Lo suficiente como para confiar. Lo suficiente como para amar.
Así de ingenua, como para sufrir por amor.

Él, tan iluso... Lo suficiente como para quererla, confiar en ella, tanto, hasta el punto de enamorarse.

¿Qué ocurriría si llegasen a intercambiar los papeles? Ella ilusa y él ingenuo.

No, no sería igual, pues...

Ella viviría de una fantasía, y él se acostumbraría a una mentira.

domingo, 1 de mayo de 2011

Danza... Más que movimientos al ritmo de la música, es vida

La Danza es vida, y no tengo nada más claro que eso.

¿Han oído hablar de esas personas que no bailan porque viven, sino que viven porque bailan? Les informo que aquí, hay una chica que siente que esas palabras están adheridas a ella.

La Danza es vida, y no, no tengo NADA más claro que eso.

Cada movimiento es una experiencia, cada caída es una lección, y cada aplauso es un aliento para continuar.
Te enamoras del ritmo, y te casas con la euforia.
Suspiras nervios, y despilfarras angustia.
Tus ilusiones se basan en el éxito, y tus desilusiones en errar.
Tu reto no es más que superarte a ti mismo.
Resistencia, esfuerzo, pasión...
¿Puedes continuar, o debes detenerte?
Tomar decisiones convenientes.

Ahora me toca preguntarles, ¿la vida no se trata de eso?