jueves, 13 de septiembre de 2012

A la persona cuya vida decidí hacer mía:

Hace tanto tiempo que mis cartas no llevan ese destino... Hace tanto tiempo que tu destino está fuera del mío...

Hola.

Te escribo porque, aún dadas las circunstancias y mi justificado odio hacia ti, desgraciadamente tengo sentimientos y... agh, maldición. Sabes que nunca fui buena admitiendo lo inevitable.

Pero te extraño.
Te extraño y te necesito.
Te necesito tanto que si estuvieses aquí conmigo no me creerías. Reirías de mi debilidad y me animarías con una de tus sonrisas.

¿Qué pasó? El mundo nos quedó grande...

¿Recuerdas que siempre te repetía esa partecita de Zamuro cuando discutíamos? ¿Recuerdas también que eso provocaba que rieras y me abrazaras tan fuerte que parecía que querías unir tu alma con la mía?

Pues... esta vez no estás tú, esta vez no estoy yo. Esta vez es diferente.

Yo estoy de este lado de la tinta y el papel y tú estás allá, bien lejos.
Tú ríes y probablemente me ocultas en tu subconsciente. Como siempre.

La verdad no tengo en claro si alguna vez hablaste con alguien sobre mí... No me malinterpretes, no es que tuvieras que hacerlo. Sólo me pregunto si les hablaste sobre la vez que te dije que te quería pasa siempre. O la vez en la que me dijiste que me querías para ti.
De ser así, eso significaría que de verdad te importaron esos momentos, ¿no es así?

Pero, por supuesto, ¿por qué tendría yo que recordar? O incluso hacerte recordar.
Siempre mencionaste que esa era la parte que odiabas de la mente humana. Que tenía la capacidad de recordar. Según tú, los recuerdos eran inútiles e innecesarios. Tú siempre fuiste de los que vivían el momento. Pocas veces te vi en la necesidad de recordar...

Pero, no me quiero desviar del tema.

Como te decía, te extraño. Pero quiero que sepas que no haré nada para cambiar esta situación. Quiero que sepas que te necesito tanto que decidí darle fin a esto.

Quiero que sepas que se acabó.

Te escribo para despedirme. Para desearte un bonito futuro con alguien que tal vez te merezca más que yo...
Jaja, es gracioso. No pensé que llegaría este momento y eso te lo debo a ti.

Dijiste que siempre estarías para mí. Dijiste que nunca me defraudarías. Dijiste que no debía tener miedo de confiar en ti. Pero, lógicamente, eran sólo palabras.

Pues, te felicito.
Lo hiciste bien.
Te creí. Confié en ti. Confié en la persona que me hiciste creer que eras. Te quise, y ahora... ¿Ahora qué?
No hay un tú y yo. Ahora sólo eres tú, ahora solo soy yo.

Insisto, lo hiciste bien.

Sin embargo, aquí estoy. Despidiéndome.
Debería mandarte al infierno puesto que aún no sé la razón por la que un día te alejaste de mí y todo cambió.

Perdona, pero me mata la curiosidad.
¿Fue una bonita chica la que apartó tu vista de mí? ¿Nueva obligaciones? ¿Menos complicaciones? O tal vez fui yo misma...
Olvídalo, no quiero saber. No quiero porque sé que la verdad me va a doler. Y no quiero más dolor. ¿Para qué más dolor? Él sí es un ente innecesario y abrumador... Heme aquí sonriendo ante esa idea. No es tan errónea si la vez desde mi punto de...

¡Ay! Doy demasiadas vueltas. Lo siento y espero que...

Adiós.

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